Recurso

PR-BA 133 Camino de los Jarales

Detalles

Nombre
PR-BA 133 Camino de los Jarales
Tipología
Rutas guiadas y señalizadas en la naturaleza - Pequeño Recorrido (PR)
Provincia
Badajoz
Comarca
Olivenza
Municipio
Alconchel
Fuente
FEXME - Federación Extremeña de Montaña y Escalada
Tipo de recorrido
Lineal (ida y vuelta)
Distancia
28 km
Severidad del Medio natural
1
Orientación en el Itinerario
2
Dificultad en el Desplazamiento
1
Cantidad de Esfuerzo
3

Descripción

Comenzamos nuestro camino descendiendo suavemente para cruzar la Rivera de Taliga. El terreno aquí carece de vegetación, debido a la presión de las cabañas de ovejas y cabras que pastorean a diario, pero aún así es fácil ver paseriformes como lavanderas, jilgueros y currucas que acuden a comer y beber al cauce.

Tras cruzar la rivera, tomamos un camino a la derecha y comenzamos a ascender rodeados de encinar joven y matorral hasta un collado en la Sierra de la Cubana. Aquí tomaremos un desvío a la izquierda que, atravesando una zona de matorral y repoblación habitada por carboneros, herrerillos, currucas y rabilargos, nos permitirá llegar a un mirador situado en la zona más alta.

Desde este lugar divisaremos a la perfección Alconchel y la forma en que se han ido conformando sus calles a lo largo de la historia, partiendo de las laderas del castillo y ocupando poco a poco las zonas más llanas. Es un buen sitio para observar las rapaces que campean por la amplia zona divisable como milanos, águilas calzadas y culebreras. Tras el descanso desandamos este tramo y al llegar al collado, continuamos por el camino hacia la izquierda que nos lleva, en descenso, a la vertiente oeste de la sierra.

Atravesamos campos de encinas, acebuches, retamas y pastizal donde podremos observar algún Aguilucho cenizo y tal vez nos sorprendan los alcaravanes mirándonos con sus grandes ojos amarillos, siempre atentos y poco visibles con su perfecto camuflaje. Tras cruzar la carretera de Alconchel a Cheles (EX314) entramos en una zona de extensas dehesas de encina. Durante este tramo, donde los dueños del territorio son los cerdos ibéricos y alguna cabaña de terneras retintas, seremos curiosamente observados por chotacabras, herrerillos, agateadores, tarabillas, cogujadas y rabilargos, realizando sus quehaceres diarios a nuestro alrededor.

Llegados al cortijo de Los Jarales, tomamos el camino descendente que surge a la izquierda que nos lleva al arroyo Friegamuñoz. El terreno aquí, se convierte en una dehesa con vaguadas más acusadas y abundante matorral donde el lentisco destaca por su vivo verdor y pequeñas flores y frutos rojos. A la llegada del arroyo Friegamuñoz la vida estalla de repente haciéndose patente en la multitud de especies de aves, algunas inusuales en este entorno, que oímos y observamos. El motivo de esta presencia se encuentra en la construcción en ruinas que les da cobijo. Se trata del Convento de La Luz, curioso ya de por sí, puesto que parte de él está excavado en la roca. Data de 1501 y fue uno de los primeros conventos franciscanos de la zona. Junto a él se alza un acueducto que salva el Friegamuñoz, a través del cual los monjes hicieron llegar el agua al convento desde una fuente cercana. Los derruidos muros son el hogar de nuevos inquilinos; salamanquesas y lagartijas corretean por todos los rincones y las aves construyen sus nidos en ella. Así, la tranquilidad de este recóndito paraje sólo es rota por cantos de oropéndolas, herrerillos, mitos, carboneros, petirrojos y ruiseñores, entre otros muchos y en función de la época del año.

A ellos se unen el griterío de las poblaciones de golondrinas, aviones y vencejos junto al de algunos cernícalos, carracas y el crotoreo de las cigüeñas. Este impresionante y mágico enclave pone fin a la ruta.

Observaciones

Tipo de recorrido: Lineal (ida y vuelta); longitud: 28 km.; MIDE: 1-2-1-3

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