Recinto Amurallado
Descripción
Conserva la villa de Alburquerque su magnífica y colosal muralla, vestigio de su pasado guerrero y estratégico, y que convirtió su defensa y emplazamiento en pieza codiciada tanto por españoles como portugueses. Aún en el siglo XVII, y sobre todo durante la ocupación de la plaza por los portugueses entre 1705 y 1716, sufrieron las defensas de Alburquerque modificaciones, que consistieron básicamente en la ampliación con estructuras abaluartadas exigidas por la artillería moderna. Todas las construcciones están realizadas en mampostería, dejando la sillería en las zonas más nobles: esquinas, refuerzos, puertas, etc. De las puertas que acceden al recinto fortificado destacan la de Valencia, flanqueada por dos torres cilíndricas de 13 metros de altura, y la Puerta de Belén, de planta cuadrada y situada en frente de la iglesia de San Mateo.
El cerco amurallado se conserva en buena parte del sector sur y oeste, donde se conservan numerosos cubos en muy buen estado, resaltando los lienzos de las murallas. La zona norte, se halla prácticamente tapada por las viviendas adosadas a la muralla, donde aún se conservan en pie las torres defensivas.
Hoy estas estructuras defensivas han perdido su funcionalidad original, e incluso el abandono y el paso del tiempo han hecho desaparecer parte de la muralla. A finales del siglo XX la Junta de Extremadura abordó la restauración de la llamada ‘Muralla de los Portugueses’, estructura abaluartada del siglo XVIII que recorre gran parte del recinto defensivo.
